Publicado en Actas del Encuentro FIPSE sobre investigación de la perspectiva social del VIH/Sida, Valencia, Universidad de Valencia, 2006.
La intervención que propongo para este encuentro se plantea como objetivo fundamental revisar las exposiciones colectivas, trabajos individuales, colectivos activistas y eventos artísticos que se han realizado en el estado español y que han incluido las distintas problemáticas del VIH/sida como objeto de investigación y reflexión.
Si comparamos la producción artística estadounidense con la española las diferencias son abismales. En aquel país fueron muchos los artistas que reaccionaron ante la pandemia, con sus trabajos y con acciones colectivas en contextos artísticos, además de participar activamente en colectivos como ACT UP, y su división visual GRAN FURY, que introdujeron dentro de la escena artística, no solamente la dimensión social, política, moral y económica del VIH/sida, sino también, los dispositivos necesarios para, desde la esfera pública, plantear cambios en la naturaleza del arte. Dos artículos publicados en la desparecida revista Arena en 1989, fueron las primeras informaciones que nos llegaban de Estados Unidos sobre lo que se estaba realizando, desde la esfera del arte, en torno a este síndrome. Algunas de las estrategias de representación visual y de uso del espacio público fueron modelos a seguir por los pocos grupos y artistas que, en el estado español, han abordado esta problemática desde la investigación artística.
¿Ha estado el arte español a la altura de las circunstancias? La impresión que he tenido siempre es que la comunidad artística española ha establecido con las problemáticas del sida una relación distante, escasa y en muchos casos superficial. Pocos son los artistas que han trabajado esta cuestión y, lógicamente, muy pocas las exposiciones que, en veinticinco años, se han realizado.
Las causas las podemos encontrar, por una parte, en la falta de atención que, en la década de los 80 y parte de los 90 del siglo pasado, el arte español ha prestado a las cuestiones sociales. Obsesionados con una idea de internacionalización que pusiese fin al aislamiento de las décadas anteriores a los ochenta, reivindicando un arte volcado en su propia especificidad, construyendo y consolidando plataformas de promoción de estas nuevas tendencias artísticas, los artistas españoles no estuvieron interesados ni en los temas sociales ni en establecer estrategias colectivas. Solamente aquellos que han visto sus vidas involucradas con el VIH, desde la seropositividad o desde lo que podría llamarse una “seropositividad social compartida”, han trabajado este problema, pocos con la contundencia del fallecido Pepe Espaliú, y los más condicionados por la escasez de medios, junto a una parca repercusión mediática, siempre mucho más atenta a las noticias carnaza tipo “un seropositivo muerde en el cuello a un compañero de habitación», que a las acciones artísticas que utilizan el sida como tema.
Pero quiero lanzar también una sospecha sobre esta falta de implicación de los artistas en una problemática como ésta. Desde mediados de la década de los 90 hemos visto aparecer en la escena artística española infinidad de trabajos y grupos artísticos preocupados por las cuestiones urbanísticas, ciudadanas y de creación de nuevas esferas públicas. No podemos obviar que el espacio público ha sido y sigue siendo condicionado y ocupado por la heterosexualidad masculina dominante. Todos los artistas que conozco, al menos la inmensa mayoría, que han trabajado las problemáticas del VIH/sida desde el campo del arte son hombres homosexuales y mujeres lesbianas. Si recordamos las primeras definiciones que construyeron ideológicamente esta enfermedad, como por ejemplo “cáncer gay”, y como consecuencia el establecimiento de los falsos grupos de riesgo, podemos llegar a sospechar que el hecho de que muchos artistas no se hayan interesado por el sida puede ser consecuencia de esta inicial construcción ideológica, de una idea falsa y generalizada de que el sida sólo afectaba a grupos concretos de personas, y por lo tanto estaba fuera de su ámbito de intereses, considerados como un territorio “extranjero”, acotado a los homosexuales y drogadictos.
La indiferencia y el silencio del poder ante la pandemia ha sido similar a la indiferencia del mundo del arte español. Ocuparse de los problemas urbanísticos sigue siendo una tarea de machos. Pensar, por medio del arte, sobre el VIH/sida puede crear suspicacias y dudas sobre la opción sexual de cualquier individuo. Hablar del sida esta muy relacionado con hablar de homosexualidad. Ser homosexual dentro del mundo del arte no es problemático. Problematizar la homosexualidad en los trabajos artísticos sí lo es.
Vamos a detenernos en primer lugar en el trabajo del artista cordobés Pepe Espaliú que, antes de su muerte en 1993, vincula su seropositividad a su práctica artística, elaborando trabajos con una gran carga metafórica y contundencia formal. Quisiera destacar el trabajo titulado El Nido, una acción que tuvo lugar entre el 29 de mayo y el 5 de junio de 1993, en el marco de Sonsbeek, un festival holandés de proyectos de arte contemporáneo. En este trabajo el propio artista, durante varios días consecutivos, sube a una especie de plataforma-nido y realiza una danza circular en la que va desprendiéndose de su ropa hasta que su cuerpo queda desnudo e indefenso.
Pero sin ninguna duda el trabajo que más resonancia mediática tuvo fueron las acciones tituladas Carrying. Pero Carrying también es una serie escultórica que hace referencia al palanquín, un medio de transporte utilizado por la aristocracia que permitía ser transportado sin tocar el suelo, observando el mundo exterior pero sin ser visto.
Carrying significa transportar, metafóricamente se usa para expresar la acción humanitaria que consiste en asistir a enfermos terminales de sida. Esta acción surge como consecuencia de un taller que Pepe Espaliú realizó en Arteleku, un centro de arte ubicado en San Sebastián. Para llevarla a cabo se utilizaron las calles de la ciudad, en una primera ocasión, el 26 de septiembre en San Sebastián y, posteriormente, el 1 de diciembre en Madrid, ambas en 1992. En las dos acciones se diseñó un trayecto segmentado en distancias iguales, cada una de las cuales era recorrida por una pareja de participantes que transportaba un enfermo de sida, en este caso Pepe Espaliú, que iba pasando de una pareja a otra, estableciéndose una cadena humana, y como si de un relevo se tratara, avanzaba sin tocar el suelo en ningún momento. Este trabajo, que se realiza con la idea de romper el silencio y nombrar la enfermedad, se entiende como una acción abierta a todos los voluntarios que quieran participar. Mientras Espaliú va pasando de los brazos de una pareja a los de otra se va construyendo una metáfora inquietante: cómo transitar descalzo, con el cuerpo “abierto”, en un mundo como el nuestro. La acción habla del apoyo y de la solidaridad en una sociedad que tiende, cobardemente, a excluir, marginar e incluso ocultar a los enfermos. Pero con esta acción también se ponía de manifiesto la escasa atención que, desde lo poderes políticos y las instancias culturales, se estaba prestando a una problemática como ésta.
El primer texto sobre el binomio arte y sida se publicó en Valencia en 1993. Juan Vicente Aliaga y José Miguel G. Cortés, con De amor y rabia. Acerca del arte y el Sida, presentaron la primera recopilación de artistas españoles y estadounidenses que trabajaban este tema, y el libro se convirtió en la única referencia, publicada hasta el momento, sobre lo realizado en el campo del arte en nuestro país. La publicación de este texto no solamente sirvió para que se conocieran estos trabajos, sino que fue un importante incentivo para que empezaran a plantearse propuestas expositivas en torno al sida.
Sida. Pronunciamento e acción, realizada en Santiago de Compostela y comisariada por Juan de Nieves, fue la primera exposición colectiva sobre el sida que se realizó en España y una consecuencia directa de la publicación a la que anteriormente nos hemos referido. Javier Codesal, The Carrying Society, Pepe Espaliú, Jesús Martínez Oliva, Pepe Miralles y Alejandra Orejas fueron los artistas que participaron en esta muestra. Como su título ya nos indica, los objetivos de esta exposición estaban fundamentados en la necesidad de pronunciarse ante la opinión pública por medio del arte y utilizar el cuestionamiento como argumento para la creación artística, y en este caso, para la construcción de nuevas formas de representación en torno al sida, ya que poco puede ayudar una concepción idealista del arte.
Dos años después, yo mismo organicé otra exposición colectiva en Jávea (Alicante), titulada Pensar la Sida. La idea de esta exposición, que estaba formada por artistas que ya habían hecho trabajos sobre este tema como Javier Codesal, Jesús Martínez Oliva y los mexicanos Taller Documentación Visual, junto a otros que no lo habían abordado nunca como Helena Cabello+Ana Carceller, Pilar Albarracín y Alex Francés, era la necesidad de pensar sobre la enfermedad, y dar una respuesta pedagógica a las informaciones que en ese momento, catorce años después de los primeros casos, aún podían verse en los medios de comunicación.
En 2005 el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona, con motivo de la conmemoración del día 1 de diciembre, organiza el evento titulado Dia internacional de la sida. Parlem-ne, para el que invitó a Jack Waters i Peter Cramer, como comisarios de la actividad, a hacer una reflexión sobre cómo nuestra sociedad considera este síndrome y a sus afectados. Este evento trató también de los efectos culturales que ha provocado el sida y su impacto en la sociedad a través de trabajos de artistas audiovisuales y performances.
Entre los vídeos que presentó la parte española, comisariada por Águeda Bañón y Maria Llopis, creadoras del equipo “girlswholikeporno”, estaba El tajo, un trabajo de Águeda Bañón de 1993, que muestra un acto simple, un corte en la piel, una nueva relación que una persona diagnosticada como seropositiva ha de establecer con su cuerpo. También se mostraron los trabajos audiovisuales de Israel Guerrero, Miquel García, Radikales libres y Pepe Miralles. Este acto contó con dos performances, una de ellas de las “girlswholikeporno”, titulada Condones, pastillas y cuatro clichés sobre sexo seguro, en la que reflexionaban sobre como en la actualidad seguimos sin saber hablar del sida. Tenemos condones, pastillas, una situación privilegiada y cuatro clichés sobre sexo seguro. Pero el sida en nuestra intimidad sigue siendo un tema tabú. La otra la realizaron el colectivo Las Ex-Cupidas y abordaba el poder de médicos y políticos sobre el control del placer.
Hace poco hemos podido asistir a la última exposición colectiva que trata en su totalidad este tema. El arte látex. Reflexión, imágenes y SIDA, realizada en 2006 en las salas de exposiciones de la Universitat de València y comisariada por Sofía Barrón y Judith Navarro. La exposición utilizaba la estrategia de contar con artistas que ya hubieran trabajado este tema y otros que no lo habían hecho nunca. Pepe Espaliú, Pepe Miralles, Javier Codesal, Eduardo Nave, Alicia Lamarca, Paco de la Torre, Fernando Bellver, Patricia Gómez, junto a los cubanos residentes en Estados Unidos Antuan y Liliana, y los argentinos Alejandro Kuropatwa y Liliana Maresca fueron los que estaban representados en esta muestra.
Pocas exposiciones colectivas relevantes más se han realizado en el estado español sobre el sida, de las cuales yo tenga conocimiento. Pero sí que ha habido algunas muestras que han tocado este tema de forma parcial, como por ejemplo la exposición titulada Members Only, realizada en la Galería Carles Poy de Barcelona en 1993, de la que se editó un catálogo en el que los artistas crearon una obra diferente a la de la sala, y en ese proceso se dieron cuenta (la exposición trababa el tema de lo órganos sexuales), de la imposibilidad de separar el sida de la sexualidad humana y, como consecuencia, introdujeron una serie de páginas informativas sobre prevención y otros aspectos relacionados.
Destacar dos referencias más que están incluidas en dos exposiciones, que sin tratar las problemáticas del sida como eje fundamental del discurso, sí que lo incluyen como parte ineludible del devenir artístico. Me refiero a la parte dedicada al activismo, y entre ello al realizado con las problemáticas del sida, que estaba incluida de la exposición Micropolíticas. Arte y cotidianidad 2001-1968, realizada en el Espai d’art contemporani de Castelló y comisariada por Juan Vicente Aliaga, Maria de Corral y José Miguel G. Cortés, y de cuya organización me encargue yo mismo. Y la otra referencia sería el eje temático sobre sida que se incluyó en la exposición, organizada por el Auditorio de Galicia en 2005 y comisariada por Xosé Buxán, Radicais Libres. Experiencias gays e lésbicas na arte peninsular, en la que se incluyeron los trabajos de Pepe Espaliú, Pepe Miralles y Javier Codesal.
Ha habido otras iniciativas que desde mi punto de vista no cumplen con lo que una exposición sobre el VIH/sida debe de hacer. No voy a detenerme en las distintas exposiciones en las que se utiliza el sida como tema convocante, a pesar de que las obras que las componen nada tienen que ver con esta enfermedad. Un tipo de exposiciones que perpetúa la idea de que el arte sólo sirve como medio para la transacción económica o como testimonio de la solidaridad de los artistas al dejar que su obra sea expuesta, obviando que el arte es un instrumento de investigación y que, como ya se ha dicho muchas veces, lo que se necesita son manifestaciones culturales comprometidas activamente en la lucha contra el sida, y no testimonios que sigan repitiendo el discurso museístico sobre el arte como algo idealista, trascendente y universal.
Acabando ya con el apartado de las exposiciones colectivas, me gustaría hacer referencia a varios artistas que han trabajado las problemáticas del sida con distinta intensidad.
Desde 1989 hasta 1993, artistas como Alejandra Orejas, Sonia Guisado y Mu-ur Vindel producen obras relacionadas con el síndrome. Pero su difusión y repercusión es muy escasa y la continuidad de estos trabajos se desconoce. También podríamos nombrar algunos trabajos que rondan aspectos relacionados con los fluidos corporales como transmisores de vida y de muerte y otros aspectos periféricos de la enfermedad, como los de Federic Amat, Mercedes Carbonell y Javier Flores. Pero con el tiempo podemos decir que se trataron de trabajos circunstanciales.
De Javier Codesal quiero destacar su serie de piezas titulada Días de Sida, que inició en 1988 y finalizó en 1996. Este trabajo ha abarcado distintas exposiciones y obras que se han ido mostrando en varios lugares. El proyecto intenta mostrar la realidad desnuda del sida. En 1993, presentó estos trabajos por primera vez en una galería madrileña. En la antesala se podían ver cuatro maculaturas enmarcadas del cartel Días de Sida, obra con la que se inició el proyecto. Una imagen que hace referencia al Sarcoma de Kaposi, pero que en vez de manchas son rosas las que florecen en la piel. Ya dentro de la sala podemos encontrar, en primer lugar, una imagen sobre tela del cuerpo desnudo de un joven seropositivo visto frontalmente, desde los hombros a las pantorrillas. Y en otro lugar de la instalación encontramos una fotografía de gran tamaño apoyada directamente en el suelo en la que se representa un hombre que permanece de pie, en actitud de dar el pecho a otro más joven. El receptor se encuentra desnudo, adoptando una posición muy inestable, con la cabeza orientada al pecho del otro, que le sostiene y atrae por la nuca. Son los componentes convencionales de una maternidad, si bien están alterados por el sexo de la figura materna y la edad o el tamaño del hijo.
Otro trabajo de este artista que quiero mencionar es el poemario Feliz Humo, escrito en 1995 y publicado en 2004. Se trata de un libro de setenta poemas divididos en tres partes: 1) La enfermedad, el hospital; 2) El viaje, la muerte: y 3) la “ascensión del humo”, la cremación y la vuelta a lo cotidiano, la ausencia, la casa vacía.
Otro artista al cual quiero hacer referencia es Jesús Martínez Oliva, que ha trabajado sobre sida en una época de su carrera artística, aproximadamente sobre los años 1992 y 1993. Uno de sus trabajos se materializó en una instalación en la que podemos encontrarnos con camas y toallas cuyas cenefas están compuestas de fundas de condones, un argumento que invita a la reflexión, insistiendo en la necesidad del sexo seguro.
En este momento de la ponencia voy a mostrar parte de mi producción artística sobre el sida. Desde 1992 hasta la actualidad, la inmensa mayoría de mis obras han tratado este tema, centrándome en aspectos distintos, algunos consecuencia de mis experiencias compartidas con personas queridas y otros basados en la prevención y en la dignificación de los enfermos. Bajo el título Etnografía de una enfermedad social he realizado cuatro trabajos. El primero de ellos, en 1993, consistió en la proyección de ochenta diapositivas desde el interior del Museo Arqueológico y Etnográfico de Jávea (Alicante), sobre una de las ventanas, de forma que sólo pudiera verse desde el exterior, desde la calle. Durante el día, en la ventana se leía la frase que da título a la intervención. Por la noche, la ventana se transformaba en una vitrina más del Museo. Cuando el museo apagaba sus luces y cerraba sus puertas, la colección etnográfica del sida atravesaba las ventanas del centro. Con este trabajo pretendía mostrar un conjunto amplio de reflexiones relacionadas con la crisis del sida como factor determinante de un cambio en las formas sociales, políticas y artísticas.
La culminación de este proyecto se realizó en el Museo de Etnografía de Madrid en 1994. Para su elaboración, se fueron recogiendo los materiales que mi amigo Juan Guillermo utilizaba para transitar por su enfermedad. Restos de recipientes farmacéuticos y materiales médicos, junto con objetos que pertenecen a lo más personal e íntimo. Esta colección se convierte en un fondo etnográfico cuya principal característica es que es universal, a diferencia de las colecciones presentadas en los museos que se dividen por continentes. Ocupando la totalidad de las vitrinas, que contienen las colecciones de este museo, se fueron colocando las fotografías para que convivieran temporalmente con los objetos etnográficos que forman las colecciones expuestas.
Una condición de esta muestra era que la reflexión sobre el sida no permaneciera oculta entre las paredes del Museo sino que las traspasase, las expulsase al exterior. Por ello las pancartas colocadas en la fachada principal, que parecen tener la misma función que cuando están hechas para publicitar lo que hay en el interior, invitan a la reflexión y plantean preguntas que aún no tenían respuesta.
Otro de los aspectos sobre los que he trabajado ha sido la consideración social de los enfermos. A ello se refiere la instalación titulada ¡Que les den por culo! realizada en 1994 en el Espai D’art A. Lambert de Jávea. Se trata de una instalación que está organizada en dos partes dispuestas una enfrente de la otra. En una de ellas podemos ver la proyección de un gesto que todos conocemos como “corte de manga”, y que ocupa una gran superficie de la pared. En la otra parte se han colocado dos mesas de madera sobre las que se pueden ver dos fotografías, una de ellas de un cuerpo acostado, yaciente, injuriado y la otra de otro gesto que tiene las mismas connotaciones que el proyectado. Acompaña a la instalación un texto dibujado con grafito sobre la pared que hace referencia a un estudio publicado por el Centro sobre la Realidad Social, que decía lo siguiente:
“El 23% de los españoles creen que la forma mejor de tratar a los enfermos de sida es recluirlos en centros especializados”.
O la intervención con 4.000 hojas insertadas en forma de separata en el Boletín Municipal de Jávea del mes de Agosto de 1994, en la que planteaba a los que lo leyeran qué tipo de sociedad estábamos construyendo, teniendo como referencia la consideración social de la enfermedad y de los que la padecen. En una de las hojas se planteaba la pregunta “¿A dónde vamos?”, y en la otra se podía leer el siguiente texto:
“En nuestro país existe un 23% de personas que opina que a los enfermos de SIDA se les debe aislar en centros especializados en el tratamiento de esta enfermedad, proporción que supera el 30% entre los mayores de 50 años. El 19% de los españoles piensa que el SIDA afecta sólo a grupos sociales concretos. Un porcentaje similar del global de la población española responsabiliza a los grupos de homosexuales y drogadictos del origen de la enfermedad. Y sólo un 9 % de los españoles ha modificado su comportamiento personal en las relaciones sexuales por temor al SIDA”.
En este mismo año intervine en la ciudad de Santiago de Compostela, dentro de una de las exposiciones que hemos visto anteriormente, mediante una pegada de carteles realizada con la ayuda de los componentes de la asociación ciudadana de lucha contra el sida de esta ciudad. El texto del cartel decía:
“Si abiertamente os comunicara mi estado de salud, ¿Cuántos de vosotros haríais un acto de compasión para después construir un muro a mi alrededor? Una cuarta parte de los españoles parece ser completamente impermeable a la información sobre el sida. Por lo menos el 23% cree que la mejor forma de tratar a los enfermos de sida es recluirlos en centros especializados”.
A partir de la muerte de mi amigo Juan Guillermo en 1995, empecé a plantearme un tipo de trabajos que tuvieron como referente tanto el proceso de su enfermedad como las experiencias que compartimos juntos. Después de su muerte, un grupo reducido de amigos nos encargamos de vaciar la casa donde vivía. A la vez que yo ayudaba a realizar esta tarea me dediqué a hacer muchas fotografías y algunos vídeos. Los trabajos de vaciado de la casa y los trabajos artísticos casi llegaron a confundirse. Con el tiempo me he dado cuenta que todo ello fue una reflexión sobre la muerte, lo que dejamos y el proceso de desalojo como metáfora del irse.
Desalojo es una pieza de 12 fotografías en las que pueden verse el proceso de vaciado de una casa. Como explicó Xosé Buxán en el catálogo de la exposición Radicais libres:
“Desalojo es un acta seriada que notaría la pérdida. Miralles quiere explicar la absoluta desolación, mostrar el vacío puro de unos estantes que antaño estuvieron abarrotados de objetos y vida y hoy apenas son un espectro, imágenes quemadas de luz, como la instantánea de una tormenta de arena en el desierto que barrió con todo y sólo dejo esqueletos”.
Una de las noches en las que estábamos vaciando en la casa, decidimos esperar a que se apagaran las luces en todas las habitaciones del edificio. Entonces encendimos la luz de la habitación de nuestro amigo y bajamos a la calle y fotografiamos la ventana con la luz que pasaba a través de sus cristales. Esta fotografía lleva como título Secreto y pudor.
Para terminar con este tipo de trabajos quiero hacer referencia a un vídeo titulado Vago. Se trata de la grabación de movimientos o acciones cotidianas, carentes de importancia en apariencia. Para ello simulo que soy otra persona. Y desde este punto de partida recreo una serie de situaciones que ocurren en el ámbito de lo privado. Todo surge de la diferencia de velocidad y ritmo en los movimientos de mi amigo y los míos. La grabación definitiva muestra seis acciones diferentes: levantarse, comer, lavarse, cagar, mear, tumbarse, acostarse, ralentizadas y unidas por fundidos en blanco. Las imágenes están desvanecidas: todo es blanco y muy lento. Estas imágenes reflejan simbólicamente lo que a Juan Guillermo le estaba tocando vivir. Condensan lo que él entendía en aquellos momentos que era su vida y su enfermedad. Ante la posibilidad de una muerte próxima los actos más cotidianos cobran una gran importancia. Estos actos son, ahora, los que dotan de identidad a la persona. Se busca a sí mismo por medio de ellos, ya que son los únicos que puede y/o quiere realizar: vivir simplemente: levantarse, comer, lavarse, cagar, mear, tumbarse en el sofá y acostarse otra vez, para el día siguiente hacer prácticamente lo mismo.
Otras consecuencias de mi relación con este amigo fueron trabajos como La impotencia, una pieza de 1996, en la que desde una estructura metálica, que simula un habitáculo, cuelgan de cada una de las siete barras, que simbolizan los siete días de la semana, dos goteros que van desparramando su contenido en el suelo. Se trata de una imagen sobre la inutilidad de ciertos tratamientos y sobre la impotencia y el esfuerzo de muchos enfermos para buscar una solución a su dolencia. Y también de la impotencia de los que estábamos a su lado.
El último de los trabajos que he realizado a partir de esta interacción con mi amigo ha sido la pieza titulada Ajuares, presentada por primera vez en 1997. Esta pieza puede entenderse como punto final a todo el proceso de construcción de una etnografía del sida. Para su realización utilicé todos los enseres y utensilios que mi amigo necesitaba para vivir su enfermedad. Goteros, jeringuillas, agujas, gasas, pastillas, calmantes y termómetros, forman parte del ajuar que entonces se utilizaba en un estado patológico como éste. Todo ello fue consecuencia de un pacto que establecimos. Con todo este material metido en vitrinas de madera se forma un cuerpo etnográfico que a la vez es universal y a la vez es el de mi amigo. Otro grupo de trabajos se han basado en las reivindicaciones políticas y las denuncias de estados carenciales en el trato a los enfermos.
Un ejemplo de ello podría ser la intervención titulada Proyecto Dinero=Poder=Muerte, realizada en 1993 en la localidad de Benissa (Alicante). En el mes de mayo de ese mismo año aparece en los medios de comunicación la noticia de que el AZT no retrasa la aparición del virus en las personas seropositivas. Inmediatamente la compañía farmacéutica que lo fabrica pierde, en un sólo día, alrededor de 50.700 millones de pesetas por la bajada del valor de las acciones en la bolsa. La pieza se pregunta cuáles son las consecuencias para los usuarios de esta medicina a partir del siguiente texto pintado sobre la pared:
“El AZT (Retrovir) no retrasa la aparición del sida en contra de lo que dicen sus fabricantes. La noticia (Cambio 16, 17/05/93) ha sido tan devastadora para los enfermos como para los accionistas de la Wellcome que han visto bajar el valor de sus acciones en 50.700 millones de pesetas en un solo día. ¿Y nosotros qué?”
La pieza Proyecto Silencio General. Tres Intervenciones sobre un mismo tema, realizada en 1993, está pensada como contrapunto al silencio mantenido por algunos políticos en relación al problema del sida. La idea surge después de constatar la no inclusión de esta problemática de salud pública en los programas electorales de unas elecciones próximas. Se intervino en tres espacios diferentes: los casilleros de todo el profesorado de la Universidad Politécnica de Valencia; mediante una pegada de carteles en el centro histórico de la ciudad; y adhiriendo un texto en la zona de la boca de la imagen de un dirigente político, en un cartel electoral colocado en una valla publicitaria. Con este último dispositivo el mensaje político que la propaganda electoral ofrecía cambia de sentido, al sumarse a éste un nuevo mensaje: “Per què no parlen ara de la sida?”.
Dinero, Dinero, es una acción realizada desde octubre de 1996 hasta enero de 1997, en la que se van “sellando” con cierta regularidad billetes de curso legal. El texto dice: “No necesitamos dinero para morir. La inoperancia de la Administración Pública ya lo está haciendo”. El dinero pasa de mano en mano, de forma que el texto es susceptible de ser leído por muchas personas.
Existen dos piezas bajo el título de La denuncia. Ambas son de 1996. Las dos están elaboradas a partir de una conversación que tuve con mi amigo Juan Guillermo en uno de sus ingresos en el Hospital General de Valencia. Al no haber camas libres en la zona de infecciosos fue instalado en una habitación de una sección cercana. Los tratos del personal sanitario fueron improcedentes, manteniéndolo en el más absoluto abandono. Incluso ese trato se extendía a las personas que íbamos a visitarlo. Juan Guillermo realizó varias denuncia mientras estuvo ingresado en este Hospital. El texto de la pieza es el siguiente:
“Me tratan de forma fría. Me miran con cara de desconfianza. Sospechan de mí. No entran más que para lo preciso. Me traen las comidas sin decirme nada agradable. Les llamo y me preguntan airados: ¿Qué quieres ahora? Se ponen la mascarilla con miedo. Limpian la habitación sin apenas limpiar. No hacen caso de mis opiniones sobre lo que debo tomarme. Creen que les llamo para fastidiarles. Dejan los restos de las comidas hasta que el olor es insoportable. Si les pregunto algo me contestan pensando que todo es inútil. Extienden la desconfianza a los que vienen a verme. No se encuentran a gusto con mi presencia. Cuando salgo a pedirles algo me ignoran descaradamente. No me atienden. Les pido que me traten con cariño. Creen que soy culpable de lo que me pasa. Les grito cuando ya no puedo más. Me muestro violento, harto ya de sufrir su indiferencia”.
Preguntando a los políticos españoles qué opinan sobre el SIDA en el contexto de una campaña electoral, es una acción, realizada, también, en 1996. Se llevó a cabo mediante la colaboración de muchísimas personas, a las cuales se les invitaba a que, durante unos días concretos, enviaran faxes a las sedes de los distintos partidos políticos que se presentaban a las elecciones al parlamento español. De nuevo se estaba cuestionando el silencio de los políticos sobre el sida en un periodo pre electoral. El texto del fax decía:
“¿Por qué durante esta campaña electoral no habláis del SIDA? ¿Acaso es porque no creéis que sea un problema de salud pública? (Vuestro silencio mata)”.
La última etapa de mis trabajos sobre el sida se engloba bajo el título Proyecto Sida Social. Hasta este momento se han realizado dos, el primero de ellos en el Espai d’art contemporani de Castelló dentro de la exposición Contemporàni@ 05. Interferències en la ciutat i els seus paisatges associats, que tuvo lugar al final del 2005 y principios de 2006. Y la segunda en el contexto de la exposición El arte Látex. Reflexión, imágenes y SIDA, en la Sala Thesaurus de la Universitat de València en 2006.
Proyecto Sida Social/1.Castellón, se plantea realizar un análisis sobre la realidad del sida en nuestro contexto con la perspectiva de 25 años de pandemia. Este proyecto se estructura a partir de una idea de exposición-expansión. Por lo tanto la sala de exposiciones no será el único lugar que se ocupe: la calle, las plazas, los institutos de enseñanzas medias, los bares, las sedes de las asociaciones ciudadanas, la publicidad callejera, los balcones de las casas, etc., formarán parte de esta expansión pero no como otros lugares en los que también se expone la obra sino entendiendo este conjunto como una red informal que a su vez se comunica con la red de colaboraciones que se han establecido.
La exposición tiene un núcleo inicial formado por cuatro partes: una de ellas denominada “oficina” que estaba situada en el espacio expositivo del EACC. En este lugar se podían visualizar todas las vinculaciones y las colaboraciones que se fueron establecido para este proyecto.
Aquí nos podíamos encontrar con toda la documentación de todo lo que se había realizado y se tenía que realizar. La oficina debe entenderse como un espacio para la exhibición de la memoria de lo realizado, a la vez que pretende ser un mecanismo reflexivo.
Otra parte del proyecto la he llamado “uso de la prótesis institucional”. Este espacio anexionado temporalmente al EACC me sirvió para la realización de un seminario, Sida: ajustando el enfoque, compuesto por cuatro sesiones que trataron las siguientes problemáticas: 1) Sobre sexo seguro y cansancio de la prevención; 2) Los avances de la medicina. Las controversias sobre la cronificación de la enfermedad; 3) El peso de los significados simbólicos que comporta el Sida; 4) Repensando el activismo en VIH/sida.
Quizás la parte más importante de este proyecto es lo que llamo “vinculaciones”. Se trata de una serie de trabajos que se han realizado de forma colectiva con los grupos y asociaciones que participaron en este proyecto, utilizando para cada caso técnicas distintas de trabajo cooperativo. Elegí el termino “vinculación” para referirme a lo que comúnmente denominamos “intervención en un espacio público”. La necesidad de unir vínculos con la red de colaboraciones me obligaba a buscar un término que no implicara oficiosidad y que estuviera lo más alejado posible de una idea de intromisión.
Estos fueron los dispositivos que se generaron:
Alzar la voz. Pancartas en los balcones. Se realizaron seis modelos de pancartas que estaban expuestas en la sala para que los visitantes de la exposición pudieran llevarse una y colocarla en el balcón de su casa. Se trataba de testar la capacidad de significarse en el espacio público hablando en primera persona desde la casa a la calle de un tema como el sida.
Charlas sobre el proyecto Sida Social/1.Castellón. Se realizaron diez charlas en distintos institutos de la ciudad de Castellón. En estas charlas se utilizaba el proyecto expositivo como excusa, entrando transversalmente, para hablar de prevención a los jóvenes que asistían.
Cartel LGTB y Cartel trabajadoras sexuales. Pegada de carteles. Se realizó una pegada de carteles por distintas zonas de la ciudad de Castellón. Esta pegada tuvo consecuencias como la orden dada por el ayuntamiento a las brigadas municipales de limpieza para que quitaran todos estos carteles de las calles. Al día siguiente consensuamos la elaboración de este doble texto que también se expuso en la “oficina”:
“La pegada de carteles ha sido un fracaso.
La noche del 30 de noviembre de 2005 quedamos, en la puerta del EACC, para realizar la pegada de carteles. Acudieron a la convocatoria los chicos y las chicas del Col·lectiu Tal Qual de lesbianes, gais, transsexuals i bisexuals de Castelló i Comarques; los miembros de CASDA, Associació Ciutadana contra la Sida de Castelló y algunos chicos y chicas de las Juventudes Socialistas. Después de dividirnos por zonas, cogimos nuestros carros de supermercado llenos de carteles, escobas y cubos de cola y empezamos la pegada. Hacia las dos de la madrugada terminamos. Al día siguiente, cuando salimos a documentarlo fotográficamente, nos dimos cuenta de que la mayoría de los carteles habían desaparecido. Por los restos de papel que quedaban en algunas paredes y contenedores de basura, se notaba que se habían arrancado con ganas. Vimos una brigada de limpieza municipal quitar, con mangueras de agua a presión, los carteles que habían sido pegados sobre unas planchas metálicas al lado del Mercado Central. Los servicios de limpieza de Castellón despegaban todos los carteles que veían pegados en cualquier lugar. Algún propietario nos reclamó que le pintáramos la pared que le habíamos ensuciado.
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Castellón tan limpia como tú quieras, es un eslogan del Ayuntamiento que invita a la gente a que mantenga impoluta su ciudad. Como otras ciudades, Castellón está tan limpia, como repleta de publicidad de empresas que no tienen ningún problema para colocar sus anuncios en los lugares destinados para ello. Nuestras ciudades han suprimido la posibilidad de decir lo que se quiera, si no es previo pago, y en los lugares reglados. El espacio público es, cada vez, menos público y más caro. La calle ya no es para los ciudadanos y las ciudadanas, sino para las grandes empresas que, con su publicidad, ensucian nuestras vidas con sus inofensivos anuncios. ¿Qué es lo que les ha molestado tanto a los ciudadanos de Castellón? ¿Que sus paredes amanecieran sucias, o que nuestros carteles hablaran, muy claro, a la comunidad gay para que no olvide utilizar preservativos en la penetración anal? ¿O, quizás, les ha molestado que les dijéramos, con contundencia, a los hombres de Castellón que utilizan los cuerpos de las más de cien prostitutas que pueden encontrar por los caminos de la huerta, que no se aprovechen de su precariedad y que no les den más dinero por follárselas sin condón? Castellón es una ciudad muy limpia.
La pegada de carteles ha sido un éxito”.
Pancarta en el Casal Jove, Grao de Castellón. Junto con el equipo de psicólogos de la Asesoría sobre Afectividad y Sexualidad para Jóvenes, se realizó esta pancarta que pretendía hablar a los jóvenes de una forma clara y cercana, evitando un lenguaje paternalista:
“L@s jóvenes sabemos que es bueno utilizar condones, pero much@s no los usamos. Yo no soy tan tont@ como para arriesgarme. El sida existe”.
La proyección sale de copas. Proyección en bares y discotecas. El proyector que se encontraba en la sala, llegado el fin de semana, salía del museo y se instalaba en algunos locales de ocio de Castellón.
Valla publicitaria. Se trabajó con el grupo de Ayuda Mutua del Comité Anti-Sida de Castellón. Esta valla supuso para los componentes del grupo la posibilidad de decir en la calle y en voz alta lo que ellos y ellas pensaban sobre la transmisión del virus y la culpabilidad adjudicada a los portadores. Después de varias reuniones y hablar de lo que queríamos decir, el texto quedó de la siguiente manera:
“-Yo, como seropositiva –comenta Águeda, me controlo y no transmito el virus, pero los demás no hacen nada para controlar la transmisión porque ni siquiera saben si son VIH+ YO se lo que hago, ¿y tú?”
Pero lo más importante de este proyecto fue la red de “colaboraciones” que se establecieron con diferentes organismos y asociaciones que fueron los que propusieron todas las reflexiones que salieron a la calle.
Proyecto Sida Social/2.Valencia, es, como ya hemos dicho, la segunda versión de este proyecto expositivo y, en esta ocasión, se optó por la elaboración de dos dispositivos: un “centro de documentación” y la realización de “grupos de discusión”. El “centro de documentación”, como canal de información, se fue construyendo a partir de la selección, identificación, análisis documental, almacenamiento y difusión de documentos. Para la selección de los documentos, que se podían encontrar en este lugar, se establecieron los siguientes nodos: a) La brecha que existe entre lo que sabemos que tenemos que hacer y lo que realmente hacemos en la prevención del VIH; b) Detectar las causas que han generado esta fisura; c) El fracaso de las políticas de información sobre prevención del VIH; d) La precaria educación sobre enfermedades de transmisión sexual en las escuelas públicas y la errónea utilización de propuestas pedagógicas que se utilizan en la actualidad; g) La homofobia que subyace en los discursos médicos, bioéticos y morales; h) La percepción del VIH/sida a partir del momento en que los tratamientos lograron disminuir la morbilidad y la mortalidad.
En el “centro de documentación” podían encontrarse un listado bibliográfico y una selección de diez textos para llevarse; libros y recopilaciones de textos para consultar en la sala; dos pantallas de ordenador con un archivo de webs y trabajos visuales sobre VIH/sida, que podían consultarse y enviar todo ese material al correo personal de cada usuario; además de paneles de citas, un glosario de términos, un manual de buenas costumbres y un cuño para billetes de uso legal con el que cualquiera que quisiera podía sellar su dinero con el siguiente texto:
“Economistas de la Salud: dedicad más dinero para la prevención del VIH/sida”.
A continuación reproduzco el texto del manual de buenas costumbres:
“Manual de buenas costumbres. El arte de las buenas maneras: recibir en casa. El anfitrión es la persona que tiene invitados a su cargo. Es decir, aquella persona que recibe y se encarga de atender a los mismos. Aunque todo ello está muy relacionado con el resto de temas protocolarios (qué ponerse, qué organizar para, tratamiento, fórmulas de cortesía, etc.), aquí daremos los principales puntos que debe cuidar una persona para ser un perfecto anfitrión sexual. Saber atender a nuestros invitados es una garantía de éxito en cualquier ámbito de nuestra vida (social, laboral e incluso familiar).
1) Ordenar la casa. Lo primero que hay que hacer para recibir en casa a un chico que has conocido en el chat, y que nunca has visto en persona, es que las distintas estancias permanezcan ordenadas y limpias.
2) Crear buen ambiente. Para ello puedes valerte de los trucos más clásicos como, por ejemplo, bajar las persianas, utilizar luces indirectas o tenues, poner alguna vela encendida (de las velas no hay que abusar, queda mal), poner música que no denote excesivamente cuáles son tus gustos preferidos, o encender alguna barrita de incienso que no sea muy empalagosa.
3) Aseo personal. Una buena ducha media hora antes de la cita te garantiza, tanto en verano como en invierno, que tu cuerpo permanezca limpio y fresco durante toda la velada. Una crema hidratante corporal, a ser posible sin perfume, conseguirá que tu piel esté más apetecible y atractiva. Es muy importante tener cuidado con los perfumes; el abuso de este producto puede echar a perder la velada. También puedes aplicarte una lavativa en caso de que tu ligue sea activo y supongas que va a tener la intención de penetrarte.
4) Llega la visita. Suena el timbre, tu visita debe de estar en la puerta.
Puedes echar un vistazo a través de la mirilla por razones de seguridad, pero no es correcto estar «radiografiando» un buen rato cómo va o cómo son sus bíceps, puesto que se suele notar en la misma mirilla. No debes hacer esperar a la gente en la puerta. Una vez abierta, no te detengas a charlar junto a ésta y mucho menos para decirle que te suena su cara. Invítalo a pasar y cierra la puerta. También tienes que evitar que sea el perro, en caso de que lo tengas, el que reciba a tu invitado.
5) En casa. Ya que se trata de la primera visita, puedes ofrecerte a enseñarle la casa, aunque por regla general nunca se muestran ni la cocina ni los baños. Como anfitrión debes preguntarle si desea tomar algo. No es conveniente abandonar a la visita y dejarlo solo en ningún momento. 6) Conversar. Como anfitrión tienes que ser capaz de establecer conversación y de introducir temas para la misma. Este momento ha de ser aprovechado para observar a tu invitado. Una buena estrategia es invitarle a sentarse en el sofá y, sentándote junto a él, hablarle mientras aprovechas cuidadosamente para rozar alguna parte de tu cuerpo con la de tu ligue.
7) Introducir el tema del sexo seguro. Hablar del tipo de sexo que vais a practicar es una buena estrategia para no llevarte sorpresas en el momento de mayor tensión sexual. Preguntar cómo le gustaría correrse te va a permitir detectar si ese chico practica sexo seguro o no. Si su respuesta es ambigua, te toca a ti soltar alguna frase del tipo: “me gustaría mucho que te pusieras un condón en la polla y te corrieras en mi boca”. De esta forma le estás indicando una de tus prácticas preferidas, a la vez que queda claro que las cosas se van a hacer correctamente. Esta conversación también ayuda a evitar que, en el momento de ponerse el condón, a ambos se os pasen por la cabeza pensamientos como: “me siento incómodo”, “a mí las cosas me gustan al natural” o “creo que tenemos confianza mutua.”
8) ¿En el sofá o en la habitación? Generalmente, los primeros escarceos es aconsejable que los realices en el sofá. La confianza ya obtenida y la cercanía de los cuerpos facilitan los primeros contactos eróticos. Pasar a la habitación o quedarse en el sofá depende, tanto de la comodidad de éste como del morbo que te produzca un lugar u otro. En cualquier caso, ir progresivamente quitándole la ropa es un paso imprescindible para demostrarle tus buenas maneras. No ordenes la ropa que le vallas quitando, déjala caer al suelo con elegancia. Jamás pongas tus zapatos uno junto al otro y nunca con los calcetines dentro de ellos.
9) El camino más sencillo: hacer fácil lo difícil. Una vez hayáis llegado a un punto de excitación suficiente y en el caso de que tu ligue esté abierto de piernas esperando que lo penetres, coge un condón que habrás dejado, anteriormente, en un lugar cercano a la cama (el más aconsejable es la mesita de noche), de manera que no tengas que levantarte ni cambiar excesivamente la postura que habéis adoptado. Tener los condones preparados y a mano te permite que la utilización de este método anti-enfermedades de transmisión sexual no constituya un handicap en el protocolo sexual.
10) Técnica del uso del condón. Una vez que tengas el envoltorio en la mano no rasgues el plástico con la boca como si fueras un vaquero. Rómpelo con los dedos apartando un poco la goma de la zona del envoltorio por la que vas a rasgarlo. Cuando lo tengas en la mano, comprueba por medio de un vistazo hacia qué parte se desenrolla el condón y colócalo en la punta de tu pene apretando con los dedos el depósito para el semen que hay en la parte superior. Una vez lo hayas deslizado hasta desenrollarlo completamente, es de gran importancia, y una muestra de que has aprendido a cultivar los buenos modales, untar generosamente tanto tu pene como el ano de tu ligue con crema lubrificante. La adecuada para esta situación es la que sea compatible con los preservativos de látex, es decir, la hidrosoluble. A la hora de realizar tus compras de condones es importante que te asegures de que no estén caducados. Esos condones que llevas guardando en la guantera del coche durante meses es mejor que los tires.
11) Aprende modales. Mientras penetres a tu ligue, de vez en cuando comprueba simplemente con el tacto que el condón se mantiene en su sitio, así como el grado de lubricación en que se mantiene. No escatimes en crema: la tacañería no es de buena educación. Córrete a gusto y haz que tu ligue disfrute al máximo.
12) Al rescate de la cortesía. Como es de esperar, si has seguido todas estas recomendaciones, el orgasmo habrá sido muy satisfactorio, pero no debes pretender que tu pene se quede dentro de su recto por muy calientito que esté. Saca tu pene antes de que pierda erección, sujetando el condón para que no se deslice dentro del recto de tu ligue. Puedes utilizar una toallita húmeda para hacer esta operación. Una vez sacado el preservativo es importante que realices un nudo, para que el semen no se salga y lo deposites en el suelo de la habitación, para luego tirarlo a la basura. Es correcto terminar el protocolo sexual con el establecimiento de una situación afectiva, mostrándole, como muestra de agradecimiento, tu cariño post-corrida.
13) El milagro del protocolo. Como bien sabes, algunos ligues, al terminar el protocolo sexual, se visten rápidamente y se largan. A otros les da por hablar, y de estos últimos algunos terminan follando otra vez contigo. Hacerlo bien te beneficia. El milagro del protocolo sexual consiste en ir resolviendo, por la vía de la cortesía y el respeto, y ligue tras ligue, los infinitos e inéditos problemas que ha implicado el paso de una sexualidad liberada de las enfermedades de transmisión sexual, gracias a los antibióticos, a una sexualidad condicionada por una enfermedad que hasta hoy en día no tiene curación. La buena educación sexual nos beneficia a todos”.
Durante el tiempo que estuvo abierta la exposición que acogía este trabajo se realizaron tres grupos de discusión. Este dispositivo se montó con la colaboración del Grupo Stop Sida del Col·lectiu Lambda de Valencia, con el cual establecimos los siguientes temas para discutir: a) Cómo prevenir el VIH en las prácticas sexuales condicionadas por el consumo de drogas; b) El cambio de actitudes preventivas frente al VIH como consecuencia de las terapias antirretrovirales; Y c)VIH/sida y lesbianas. Rompiendo con el mito de la inmunidad.
No podemos olvidar los pocos colectivos, todos ellos de escasa duración, como Colectivo Local Neutral, Proyecto 1 de Diciembre, ambos formados en Valencia, y The Carrying Society que, desde la plataforma del arte y la lógica del activismo, han realizado propuestas de intervención en espacios públicos y otras estrategias que hemos leído desde el mundo del arte a raíz de los nuevos conceptos sobre esfera pública que se iban construyendo en las últimas décadas del siglo pasado.
Colectivo Local Neutral se creó en Valencia en 1996 en el seno del Comité Ciudadano Anti-Sida de la Comunidad Valenciana a partir de una experiencia de talleres centrados en la creatividad, la reinserción social y la búsqueda de empleo. Sus impulsores fueron María Jesús Talavera y Pepe Miralles. Uno de sus objetivos era realizar una serie de trabajos públicos que incidan sobre la problemática del Sida, desde los aspectos preventivos hasta la consideración social de los enfermos. Estuvo activo durante 1996-1997. Las actividades que realizaron en su corto periodo de actividad abarcaron desde talleres, emisiones de radio en Radio Klara, la realización de cuatro carteles para pegar en las vías publicas de la ciudad de Valencia, y una intervención en el vídeo de la línea 61 de la Empresa Municipal de Transportes de Valencia.
Proyecto 1 de diciembre fue un grupo formado por artistas, estudiantes de arte y profesores universitarios, que pretendía incidir, por medio de manifestaciones artísticas de carácter crítico, en la crisis del sida, preocupados por evitar su propagación, acabar con la marginación y humillación que sufren los enfermos y ayudar a propagar la necesidad del respeto y el derecho a la diferencia de todos los seres humanos. Participaron en este colectivo Juan Vicente Aliaga, José Miguel G. Cortes, y yo mismo, que fui su iniciador, además de muchas otras personas, fundamentalmente estudiantes de Bellas Artes, que prestaron colaboración en proyectos puntuales.
Uno de los proyectos consistió en una intervención sobre edificios públicos mediante la colocación de pancartas colgadas de sus balcones, que se realizó en 1991, coincidiendo con la celebración del día mundial del Sida. Los lugares de exhibición de las pancartas fueron: IVAM- Centre del Carme, Casa Museo Benlliure, Museo de la Ciudad y Facultad de Bellas Artes. En 1992, realizamos una cartel que, con una fotografía del artista Philip Hannan, y con las leyenda “Evita el SIDA. Usa condones”, muestra cómo se pone un preservativo. El cartel se colocó por todos los centros universitarios de la ciudad, galerías de arte, librerías, cafés…
También nos encargamos de publicar en Diario 16, con fecha 1/12/92, un suplemento central titulado “Para mirar el SIDA”, que pretendía ser una forma de acercamiento al VIH/sida para combatir su mejor aliado, la ignorancia. En otra ocasión colocamos un total de siete pancartas en las vías públicas de la ciudad de Valencia, con motivo del día mundial del SIDA de 1992. Las pancartas reproducían la imagen del cartel editado anteriormente. Este mismo año montamos en la Galería Visor de Valencia una muestra titulada Marginación=Muerte, en la que convertimos el espacio de la galería en un espacio para la información. Para tal fin se recogieron la mayor cantidad de documentos posibles que estaban editando los diferentes grupos y asociaciones del Estado Español, y la ofrecíamos para todos aquellos que quisieran consultarla. El motivo por el cual montamos esta muestra fue la intransigencia que rezumaba una columna escrita por la periodista María Consuelo Reyna, el 4 de diciembre de 1992 en el periódico Las Provincias, en la que planteó por qué para los enfermos de SIDA «no se adoptan medidas drásticas de aislamiento.»
The Carrying Society es un colectivo capitaneado por Jorge González, que nace como consecuencia del taller que Pepe Espaliú imparte en Arteleku el verano de 1992. Este colectivo se forma con la finalidad de generar grupos para proyectos concretos, algo que se ideó a la hora de realizar las dos acciones Carrying. Se trata pues de un grupo flexible que siempre ha sido fiel a su concepto base. En abril de 1993 fueron invitados a participar en unos encuentros que se realizaron en la Facultad de Bellas Artes de Cuenca bajo en nombre de “La situación”. Para esta ocasión presentaron una obra titulada Rompe-cabezas. La obra consistía en un rompecabezas formado por 400 piezas que tenía que ser construido por todo el que quisiera participar, para una vez montado deconstruirlo y llevarse las piezas. Este rompecabezas mostraba una imagen de un conjunto de manos que desde ángulos distintos se unían en el centro señalando un punto. Todas estas manos parecen preguntarse qué es la solidaridad.
Este mismo grupo participó en 1994 en la exposición Sida. Pronunciamento e acción, con una pieza realizada con sacos llenos de arena que formaban una especie de barricada. Detrás de ella una figura blanca, parecida a un huevo, contrastaba con la dureza de la imagen de la barricada. Durante los días que estuvo la exposición abierta, las barricadas fueron desmoronándose poco a poco. La barricada como cuerpo defensivo iba siendo vencido, pero también podemos entender esta pieza como la batalla continua que los afectados por el sida deben mantener ante las agresiones tanto físicas como morales.