Inicio del proyecto: 2008
¿Se podría llamar Síndrome de Estocolmo lo que les pasa a algunos gais?
Esta pregunta puede abarcar algunos proyectos que hagan alusión a la hiper-masculinización de nuestras actitudes y a la plumofobia que en la actualidad observamos entre algunos homosexuales. El tema lo ha desencadenado una carta de José Antonio Moreno escrita al director en la revista Zero (nº72, 2005), en la que entre otras cosas dice que el odio a la pluma que en la actualidad se está dando da la razón a los intolerantes de siempre ya que propone realmente que hagamos lo que queramos en nuestra vida privada pero que no trascienda en la vida pública, es decir que seamos maricones pero que no se nos note.
Estas actitudes cada vez más generalizadas son una forma sofisticada de mantenernos dentro del armario. Manteniendo esta situación realmente lo que hacemos es parecernos a los que nos han machacado históricamente, y ahora imitando su apariencia corporal damos un paso más en el proceso de identificación con ellos de forma que al final «nos uniremos a su causa».
Pasamos de ser maltratados por ellos a ser (espectacularmente) como ellos. Ejemplos de estas actitudes podemos encontrarlos en las descripciones de las páginas de intercambio y socialización entre homosexuales que en la actualidad existen en Internet. En el mundo homosexual la actitud «macho» está hiper-revalorizada, es motivo de respeto y admiración y provoca atracción sexual.
De pequeño tenía miedo a los policías,
a los obreros de la construcción,
a los chicos heterosexuales
que estaban reunidos en la plaza
y a todos los hombres que podían injuriarme
al descubrir que mi amaneramiento
me hacía sentirme inseguro
ya que podía ser objeto de burla.
Ahora tengo unos buenos brazos,
voy al gimnasio y tomo batidos de proteínas,
he masculinizado tanto mi cuerpo
como mi gestualidad,
mi forma de andar,
y las muecas de mi cara.
Parezco hetero,
las chicas me miran con deseo
y en los lugares de ambiente
todo el mundo piensa que soy activo
Estoy contento porque soy como los demás
y no se nota que me gustan los hombres.
Los que me daban miedo ahora los deseo.
He cambiado.