Fotocopia sobre papel, Din A 4.
Una hoja de papel enviada a Croacia para contarles que nuestros estómagos pueden hacer la digestión tranquilamente mientras vemos en televisión las imágenes más violentas y duras de su guerra. La indiferencia de Occidente. Yo necesitaba decirlo, aunque fuera por fax, a los que allí estaban en plena guerra. Pero además, quería remarcar lo acostumbrados que tenemos nuestro estómago y nuestra conciencia para responder con indiferencia a la usual coincidencia horaria de los informativos televisivos -los cuales a menudo se ceban con las imágenes más violentas y duras- con la hora de comer.
Texto de la carta:
Nosotros comemos viendo los muertos de la guerra.
Vosotros tenéis la posibilidad de ser uno de ellos.
Realmente a nadie le preocupa lo que pasa.
Los gobiernos juegan a la guerra en vez de procurar la paz.
La comunidad internacional no se implica suficientemente.
Los derechos humanos se suprimen de un plumazo.
Las gentes se matan por las ideologías.
Las mujeres son violadas por venganza.
La ayuda humanitaria calma algunas conciencias.
La falta de solidaridad no surge de la nada.
Algunos dirigentes hacen de su país un asunto privado.
El imperio no manda sus soldados porque no hay petróleo.
Salir del refugio es arriesgarte a no volver.
Saber que tu vida se reduce a unos pocos metros cuadrados.
Cambiar la música ambiental por el sonido de las balas.
El cinismo preside las apariciones públicas de los dirigentes.
Este trabajo formó parte de la exposición, Arte por correo contra la guerra. Museo de Arte Moderno de Rijeka, Croacia, 1993.