Cine Capri


-Hola en Chile hay muchos lugares. Cines porno XXX que supuestamente son hetero pero está lleno de gays o heteros buscando acción. Te digo algunos de los que puedes ir: cine Nilo, cine Capri y cine Mayo.

-Mira en realidad yo voy al Parque de los Reyes y al cine Capri cuando quiero sexo. Además en este cine se puede fumar. El mejor día es el domingo.

//El sábado dia 16 me fui al cine Capri. Una señora de pelo moreno, ya de edad pero muy guapa, y que parecía sacada de cualquier película italiana de bajo presupuesto, me vendió la entrada y me dio las buenas tardes. Cuando llegué donde se encuentra la puerta del cine, ésta estaba abierta de par en par y se veía el interior iluminado, por lo que deduje que la película no había empezado. Cuando entré me di cuenta que se trataba de un gran espacio, todo en pendiente. Se encontraban unos 20 hombres en la sala, algunos de pie y otros sentados. Subí hacia la parte superior para sentarme en la última fila y poder tener una visión panorámica del espacio y de los hombres que allí se encontraban.

En la zona de la derecha, hacia la mitad de la sala había una rampa que supuse que debía de llevar a los baños. Pasados unos cinco minutos la sala se oscureció y comenzó la película. No recuerdo su título. Ya en la primera escena aparecía una chica rubia de rasgos eslavos, acostada en la hierba acariciándose el coño. De repente surgieron tres hombres que ya tenían la polla fuera de sus pantalones y se situaron para que la chica comenzara a comerles el rabo. Al rato los hombres que se encontraban en el cine comenzaron a moverse, algunos hacia los baños, otros dando vueltas para encontrar con quien follar, otros cambiándose de asiento si en ese momento se había sentado a su lado alguien que no deseaba. Me levanté y bajé con dificultad la rampa, tanto porque su inclinación era bastante pronunciada, como que mis ojos aún no se habían acostumbrado a la oscuridad. Me dirigí a los baños y puede observar que algunos hombres permanecían en las cabinas, pero simplemente estaban esperando que alguien sucumbiera a sus toqueteos de paquete. De vuelta a la sala me senté en una silla, la tercera al lado del pasillo. Al momento un hombre se quedó quieto en la boca del pasillo, de espaldas a la pantalla y mirándome fijamente. Hizo varios movimientos, casi imperceptibles, que denotaban que estaba dudando si sentarse en primera butaca, o en la segunda, por la que finalmente optó.

Inmediatamente puso su mano en mi paquete buscando mi polla. Al momento se arrodillo delante de mí y me chupó la polla. Cuando terminó se sentó y me ofreció papel.

Después estuvimos conversando sobre los cines XXX. Me dijo que él solía ir de vez en cuando, sobre todo los miércoles que es más barato. Ese día, me contó, se encontraba en su departamento viendo un programa de Antena 3, en el que vio a un cabrón con un pantalón ajustado y eso le dio morbo y decidió ir al cine. Le pregunté por el tipo de hombres que frecuentan estos cines y me dijo que iban de todos los tipos, algo que según lo que observé no era cierto, al menos en esa ocasión.

De repente me dice que mire hacia un lugar concreto y que me fije en lo que está pasando. Dos tíos estaban follando de pie entre las butacas mientras varios hombres miraban la escena. Realmente la escena que allí se estaba produciendo era más interesante que las que se estaban proyectando.

-uelo ir algunas veces, sobre todo los miércoles y los sábados. Los miércoles porque la entrada es más barata y los sábados porque es el día que más gente hay. El otro día le di una buena mamada a un chico que estaba como experimentando por los bajos fondos de la ciudad. Pero por lo general la gente que va es vieja y fea. Algún día yo seré así y seguiré yendo a este cine si no es que lo cierran antes o se cae en algún terremoto. Es cierto que es un lugar algo deprimente, pero debes pensar que es un aliviadero de muchos hombres mayores que no han podido dar rienda suelta a su deseo o que simplemente están casados. Siempre que voy, cuando entro en el pasaje y me encuentro a todas esas mujeres, jóvenes y menos jóvenes que están sentadas en las puertas de sus tiendas, pienso en qué pensarán cuando me ven entrar ahí. Ellas saben, mejor que nadie, que es un cine XXX en el que pasan películas heterosexuales, pero que solamente es frecuentado por hombres homosexuales.

-Gonzalo y Fernando (los nombres no son reales) son novios hace casi un año. Este es el relato de una parte de su experiencia en uno de los cines porno más emblemáticos de Santiago, el Capri:

“Con mi pareja hace rato queríamos ir a un cine porno, y como esa tarde no pudimos ir a ver Harry Potter en 3D, nos motivamos. Pusimos los puntos sobre las íes de antemano, nada de penetración ni besos, sólo sexo oral y masturbación, algo mecánico; una experiencia novedosa entre dos personas que se quieren.

La elección estaba entre el cine Roxy y el Capri, pero nos habían dicho que el Roxy era ‘más hétero’, así que optamos por el Capri. La entrada costó dos lucas cada uno y estaba atendido por dos viejecitas que nos dieron bastante confianza. Entramos y pasamos una cortina donde dos guardias grandes y vestidos con terno custodiaban el orden de esa orgía. Es que era una orgía, apenas llegamos vimos a tipos mamándoles la pija a otros, o entre tres o cuatro.

Con Fernando nos sentamos a ver la película, fumando un cigarro y masturbándonos; en eso llega un tipo de unos treinta años y empezamos a conversar. Le contamos que era nuestra primera vez y que estábamos algo nerviosos, él nos aconsejó y ofició de perro guardián; de hecho, fue el primero en chuparnos la pija y arrebatarnos nuestra virginidad ‘cinéfila’ (risas). Además, nos siguió por todos lados durante la película.

Nos movíamos por toda la sala, ya habíamos entrado en confianza. En una vimos a dos tipos tirando, uno a horcajadas del otro, y yo fui y le toqué el culo y baje hasta la pija del otro, y cuando caché que estaban tirando sin forro, corrí la mano rápidamente, pero ya había incitado al resto de los espectadores, que se aprovecharon y le tocaban el culo por montones.

Fuimos al baño, queríamos disfrutar la experiencia a concho. Si ya en la sala el nivel orgiástico era descomunal, en el baño era de otro mundo. Las puertas de los baños se cerraban y después de un rato y de escuchar gemidos, choques de cuerpo y toda la gama de expresiones sexuales, salían de dos, tres, cuatro, hasta cinco tipos. Había mucho cuarentón, pero vestido de adolescente, con pitillos, jockey, polerón con gorro, etc. Pensamos era una forma de mimetizarse con los demás espectadores, pues había mucho pokemón.

Ya estábamos en el juego, así que no discriminábamos mucho, de hecho, en un momento llegó un viejo con la tula afuera, una verga negra, gorda, siendo que el tipo era más bien blanco. Con Fernando lo masturbamos un rato, hasta que nos aburrió y lo echamos a empujones por cargante. Éramos bastante populares, no nos faltó con quien ‘interactuar’ (risas).

En un momento notamos que al fondo de la sala había mucho movimiento y hombres que entraban y salían. Ese era el rincón más hardcore del Capri, nos lo advirtió nuestro ‘perro guardian’. ‘Tengan cuidado chiquillos, porque si van pa’ allá, la cosa es seria, no es pura paja ni sexo oral’. Nos abstuvimos de ese rincón oscuro que nos miraba lascivamente, preferimos mantener lo que nos habíamos prometido y así evitarnos sorpresas.

La película que estaban dando era una porno vintage, ochentera, con los actores y actrices ‘champones’, buenas tetas las chicas, buenas vergas los chicos. La sala expelía un olor a pico fuertón… además a caca, se entiende, no.»

(Días de cine y sexo en Santiagohttp://www.elpatologico.cl/?p=1100)

-Un pequeño itinerario de los cines triple sólo para adultos de la capital no está de sobra en estos días de descanso, pero es aconsejable seguir recomendaciones precisas antes de iniciar un sórdido descenso al submundo enclavado en las galerías del centro de Santiago.

Cine Capri: penetraciones en vivo.

En una de las filas dos tipos se bajan los pantalones sin pudor y, ayudados por saliva, el más alto penetra al otro, mientras, y a vista de todos, gimen asistidos en caricias por un tercero. Este último es un vejete canoso que respira fuerte junto a la pareja y que, al cabo de un minuto, después de lograr el orgasmo masturbatorio, se va literalmente del lugar hacia los baños. Ahí, un hombre moreno le enseña el pene a un tipo gordo, mientras otros se masturban a un costado de la puerta de ingreso.

Fiel epresentante de una añoranza corrompida por la oleada de cadenas comerciales, el Capri es otra víctima de lo peor que le puede ocurrir a lo que antaño fue una buena sala familiar, en que incluso hasta hace poco podían leerse en cartelera producciones de Bigas Luna o algún añejo estreno hollywoodense. Hoy sólo destacan los títulos como Garganta profunda o algún otro nombre que naufraga en importancia junto a la foto de una Tania Russof, penetrada por una musculosa y anónima verga bronceada que la coge desde la parte de abajo del afiche. La sala cumple todas las exigencias de un cine Hoyts, e incluso es mejor debido a su gran tamaño y comodidad. El estreno de estos días trata sobre una extraña cofradía demoníaca Fausto y el poder del sexo en que todos tiran y poncean como animales, mezclándose ángeles y demonios en una interminable orgía de cuerpos pintados que desemboca en que Lucifer un musculoso latino muy bien dotado se obsesiona por capturar a una bella chica que finalmente es penetrada analmente en extraños aposentos infernales. Abunda la silicona y Tania Russof hace de las suyas con su acostumbrado profesionalismo, aunque al parecer esto no importa, ya que esta otrora sala de lujo también es orilla para el naufragio de los trashumantes de la ciudad, entre los que no hay mujeres, ni siquiera una casquivana en busca de clientes.

Las butacas aún resisten aunque, además de ser escenario para las conquistas homosexuales de los encorbatados oficinistas a la hora de colación, son la suite del gustoso sexo oral entre gigolós casuales y amantes furtivos, que en medio del gemido de la película deciden hacer un homenaje al placer porno. A su alrededor varios los observan excitarse, recortados contra las un poco borrosas siluetas del latino Satanás, eyaculando en la boca de la extasiada y hermosa modelo, que desfallece enseñando su lengua repleta de semen a la cámara. Todos acaban.

Infraestructura: regular para un cine tercermundista.

Baños: saturados por clientes gay que practican el onanismo colectivo.
Privacidad: Buena, el acoso no interrumpe la trama de la película.
Filmes: buena calidad de imagen, pantalla grande y guiones poco más elaborados que los de la competencia.

Las suites gay de los cines porno.