Que me den (3, el sótano), 2003

R-Radiance, 30 x 45 cm.

Que me den hace referencia al esfuerzo que la comunidad gay ha ido realizando en los últimos años por re-significar la injuria, mostrando, de esta forma, la fuerza preformativa de la transformación de un insulto. En esta serie de fotografías de “paisajes, sótanos e interiores con figura” nuestra mirada se encontrará con escenas que no “cuadran” con lo que esperamos descubrir: una figura masculina desnuda, generalmente de espaldas o tumbada en el suelo, en un interior o en un paisaje, ofreciendo el ano al espectador. Esta serie de imágenes se ha abordado a partir de la idea de “roza”. Hacer una roza es espaciar el espacio, es decir, hacer habitable un lugar mediante cualquier tipo de acontecimiento, tanto si es puramente mecánico -como taladrar árboles o tapar ciénagas-, como si se trata de aquellos encaminados a producir cierta performatividad, a mostrar sin complejos las diferencias sexuales con la finalidad de “espaciar”. Un intento de homosexualizar el espacio público, básicamente ocupado por imágenes heterocentradas.

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Estas fotografías se expusieron en Que me den, Galería La Fábrica de Licors, Palma (Illes Balears), 2003.

«¿Es el culo, el ano, el recto, un órgano sexual? No, se nos dirá desde la medicina, es una parte del aparato digestivo que no tiene ninguna función reproductora, por lo tanto no es un órgano sexual. Y, como dicen la Iglesia Católica y los grupos homófobos, es una perversión su uso erótico ya que no tiene una función reproductora. (…) En realidad, como sabemos, el culo siempre se ha usado como un órgano para el sexo, y es ahí donde el sistema dominante de sexo y género empieza a temblar. La lógica tradicional heterocentrada, con su binarismo pene (varón) – vagina (mujer), como modelo de «lo natural», lo normal, lo armonioso, lo que debe ser, se viene abajo cuando entra en juego un órgano que es común a todos los sexos, y que no está, por tanto, marcado por el género masculino o femenino. Es un lugar extrañamente vacío de las marcas del género. El binarismo sexual y el mito de la cópula heterosexual-reproductiva no pueden operar en ese lugar de lo anal, desafía su lógica y lo pone en entredicho. Incluso cuestiona otro binarismo, el que divide a los seres humanos en heterosexuales y homosexuales. (…) Y si lo que define a un homosexual ya no es la penetración anal, ¿qué lo define? Dejamos esa pregunta absurda a la curiosidad médico-sexológica. A nosotros lo que nos importa precisamente es la incoherencia de esas definiciones».

Sáez, Javier; Carrascosa, Sejo, Por el culo. Políticas anales, Madrid, Egales, 2011.