Cine Apolo


-Cine Apolo: Sólo para valientes.

Mientras una veinteañera atractiva de senos mórbidos se orina sobre las engrasadas piernas de un musculoso actor, da sobreactuados estertores de placer que no dejan fuera el sobajeo vaginal que desagua finalmente en líquido viscoso sobre la puntiaguda verga del machote que la toma en brazos. Ese es el mundo de porn fantasía, pero en el the real word, flácidos galanes oficinistas, algo seniles, caminan a paso lento por la penumbra, buscando chicos de camiseta apretada entre las butacas sucias del cine Apolo. Es que aquí hay de todo para el mercado del placer. Y si bien los dueños de este cine no emplean recursos para reparaciones internas de butacas o alfombrado, contrariamente no escatiman en la implementación de pequeños cuartos anexos al salón principal, que por cierto es sólo el vestigio de un otrora todo espectador. Hoy sólo un espacioso agujero negro, donde el porno ocurre a un lado y al otro de la pantalla.

Los contrastes no están fuera; mientras las películas son netamente heterosexuales, el público es casi ciento por ciento gay. Una variada cantidad de jugueteos en el hervidero oscuro de los bordes del lugar desemboca finalmente en la salita privada junto al baño, en que movidos por la calentura del anonimato entran cincuentones junto a otros decrépitos encorbatados para la práctica de sexo oral.

Los falos brillan repletos de saliva y los jadeos se sienten en el trecho al baño, que se deja acompañar con el leve sonido de una canción que suena desde una radio en un lugar incierto. La vigilancia en estas puertas es permanente. Cada salida a la sala y al baño está resguardada por una implacable presencia homosexual, que observa hasta los mínimos movimientos de un posible amante fortuito. Varios concretan sus encuentros, entran a la salita o suben la escalera que va hacia atrás de la pantalla, donde un largo cubículo se abre para los curiosos de aventura y placer. Por eso acá nadie permanece en su asiento si no en la búsqueda, ya que al Apolo no se va a ver películas, sino a ser protagonista de una.

Infraestructura: No está en buen estado.

Baños: No alcanzan un grado aceptable de limpieza.
Privacidad: Escasa, cada 10 minutos el espectador sufre insinuaciones.
Filmes: Los más hardcore del centro.

(Las suites gay de los cines porno.

http://www.lanacion.cl/noticias/site/artic/20080301/pags/20080301213230.html)