Colectivo Local Neutral

Colectivo Local Neutral es un grupo formado por María Jesús Talavera y Pepe Miralles. Nace en el seno del Comité Ciudadano Anti-SIDA de la Comunidad Valenciana a partir de una experiencia de talleres centrados en la creatividad, la reinserción social y la búsqueda de empleo. Su objetivo es realizar una serie de trabajos públicos que incidan sobre la problemática del SIDA, desde los aspectos preventivos hasta la consideración social de los enfermos. Estuvo activo durante 1996-1997.

El proyecto presentado por el Comité Ciudadano Anti-SIDA de la C.V. propone colocar en los espacios destinados a la publicidad que ocupan las vías públicas de la ciudad de Valencia, una serie de carteles a partir de cuatro modelos diferentes -y los máximos posibles- que contendrán fundamentalmente frases que hagan referencia a la relación entre el sexo y su practica y el SIDA, así como a todos los miedos que envuelven esta cuestión.


Intervención en el vídeo de la línea 61 de la Empresa Municipal de Transportes de Valencia
(No existen imágenes)
Valencia, Noviembre de 1996
Texto del spot:
¿Te has planteado que tu apoyo es muy importante en la lucha contra el SIDA?
¿Qué sabes del SIDA?
Comité Ciudadano Anti-SIDA de la Comunidad Valenciana.
C/ Flora nº7, 46010 Valencia.
Tel 3618811
Ingresa tu ayuda en cualquiera de las sucursales de BANCAIXA

Técnica: Vídeo.
Estética: Imágenes de personas con aspecto corriente y edades comprendidas entre los cuarenta y los sesenta años sobre las que se incrustará el texto. Color.
Duración: 20″
Temporalidad: se emite cada 20 minutos.
Impactos: 700.000 al mes.
3’3 segundos por pantallazo.


Realización de cuatro carteles para una intervención en las vías públicas de la ciudad de Valencia, dentro de la programación de Movimiento-Inercia. Universidad Politécnica de Valencia.
1996

091 071

041 021


Programa de Radio Especial 1 de diciembre
Como tú
M. Jesús:
-Yo cuando pasó lo de Juangui o lo de mi hermana pensaba que era lógico que las personas al llegar a esa situación final, cuando ya estaban bastante deterioradas y necesitaban una asistencia muy específica, fueran a un hospital; y no sólo, como era el caso de Juangui, porque estuviera sólo en casa, sino porque allí iba a recibir una asistencia que entonces consideraba que era la mejor. Después me he dado cuenta que, cuando te ponen tantas conexiones a aparatos, tantos tubos, y te dan todas esas medicinas, no es necesario todo esto para morir. Ahora me planteo cuando una persona llega a ese extremo cómo debe vivirse el final, ahora que además se empieza a extender la idea de los cuidados paliativos. Pensaba que era el lugar adecuado y ahora pienso que no. Y pienso que el hospital no es el lugar adecuado para morir por que lo veo deshumanizado. Y la compensación de lo que puede suponer la asistencia que se te ofrece en ese lugar cuando se llega a ese punto de tu vida la pongo en duda, ya que no sé si realmente es necesaria, o si está enmarañada con otro tipo de cuestiones como por ejemplo la consideración social del SIDA, que hace que a un enfermo se le separe de su ambiente cotidiano y se le ingrese en un hospital; pero además también está el tema de la investigación médica con casos reales, investigando con enfermos terminales hasta el último momento.
Cuando lo ves muy de cerca se te plantea, por una parte la cuestión de que tú estás con esta persona que es tan cercana a ti y quieres pelear hasta el último momento, no quieres tirar la toalla, y preguntas al médico sobre todo tipo de cuestiones, y propones cualquier tipo de tratamiento, que se tome la medicación que haga falta, aunque sepas que se está muriendo.
Pepe:
-Es la idea de preservar la vida hasta el final, como sea y al coste que sea, y más como una condición fuera de la posibilidad de dudarla para los que no estamos enfermos, sin tener en cuenta realmente el coste de sufrimiento para el que está pasando por esa experiencia.
M. Jesús:
-Porque no quieres que esta persona se te vaya. Que al final es una postura egoísta y que implica, además, cierta cobardía porque lo que temes realmente es cómo puede afectarte la pérdida de esa persona a la que quieres.
Pepe:
-Sí pero hay una alternativa a cómo puede ser ese final de la vida y es morirte tranquilamente en tu casa, sin tanto aparato, sin tanto gotero, sin tanta medicación.
M. Jesús:
-Pero realmente, en este tiempo, todo el mundo tiende a ir a los hospitales ya que seguimos teniendo la idea de que allí se estará mejor atendido que en la propia casa.
Pepe:
-Sí, pero si hubiese realmente una hospitalización a domicilio efectiva para personas enfermas terminales, y en casa se puede tener una asistencia paliativa mejor que en los hospitales, entonces, ¿qué necesidad hay de que la persona vaya a morir al hospital?
M. Jesús:
-Yo creo que la hospitalización domiciliaria se podría mejorar realmente. Por el momento deja mucho que desear y a veces es tan rutinaria como en los hospitales. Además sería más barato y no encarecería tanto las estancias en los hospitales, en donde incluso los médicos se quejan de la situación desbordante y quieren mandar a casa a muchos enfermos que ya no necesitan estar ahí, pero surge el problema de la familia que piensa que no van a poder atenderles de la misma forma que en el hospital. Creen que un enfermo terminal de SIDA es algo imposible de tener en casa, e inmediatamente, como alternativa, buscan ingresar al enfermo en un hospital de crónicos o en casas de acogida; y eso es erróneo. Estoy convencida de que una persona en esa situación en su casa estaría mejor y aceptaría serenamente el hecho de la muerte, beneficiándose de cuidados paliativos que en el hospital no pueden proporcionarse, ya que en ese lugar es muy difícil trabajar con las personas, no puedes conseguir que se relajen e incluso la comunicación se dificulta. Oprimido por el ambiente hospitalario el enfermo se siente agobiado al verse en esa situación día tras día, con las puñetas de verte todos los días con la misma rutina, que si entra la enfermera a ponerte el gotero, que si entra el médico; pero claro, también todo esto choca con nuestra actual concepción educacional de la salud: nosotros nos ponemos malos y lo que queremos es que nos cure un médico y tener a nuestro alcance los medios adecuados para ello.
Y somos muchos, y además es normal, los que pensamos que en el hospital nos van a proporcionar todos esos medios, pero yo creo que en el hospital la comida es peor, y para una persona VIH positivo o con SIDA la comida del hospital es nefasta; por otra parte hay más riesgo de coger infecciones que incluso en casa, mucho más; puedes ingresar con una neumonía y salir de allí con una tuberculosis. Quieras o no, por buena atención que tengas y aunque tu familia y los amigos te acompañen, no es nunca lo mismo estar en una habitación de un hospital que estar en tu casa, con tus cosas, con tus libros, aunque estés mal. Además alivia también la carga a los que te cuidan, que se ven obligados a trasladarse a vivir al hospital contigo. En casa todo se desarrollaría de forma más natural.
Una cosa es una hospitalización de pocos días para controlarte o hacerte unas pruebas determinadas, darte una medicación y cuanto antes a casa, que cuando se ingresa en fase terminal, en donde prolongar la agonía en ese lugar es absurdo.
Pepe:
-Pero creo que con el SIDA sigue habiendo un miedo a que el enfermo se muera en casa, y supongo que es por no saber afrontar la situación, por desconocimiento de la realidad de esta enfermedad y porque surgen ideas de contagio difíciles de evitar en familias desinformadas e influenciadas por la negativa imagen que ofrecen los medios de comunicación.
M. Jesús:
-Me acuerdo cuando Juangui ingresó por última vez. Al llegar por la mañana a su casa me dijo que había pasado muy mala noche, que se había cambiado de cama porque la otra la había mojado con el sudor. Tenía mucha fiebre y estaba aún por llegar el médico de la hospitalización a domicilio. Cuando llegó y lo reconoció, inmediatamente propuso ingresarlo, teniendo también en cuenta que Juangui estaba sólo. Los amigos íbamos algunas horas, la familia no ayudó apenas, y tomamos la decisión de mandarlo al hospital aunque él no quería y cuando llegamos a urgencias mientras esperábamos nuestro turno me fui un momento a comprar unos bocadillos y cuando volví Juangui estaba llorando. Le pregunté qué era lo que le pasaba y le dije que no se preocupara, que le iban a hacer algunas pruebas para averiguar por qué tenía fiebre y que luego nos iríamos a casa. Y me contestó: no.
Era como de repente pasar de estar en su casa -aunque lo estaba pasando mal y estaba sufriendo-, a verse en el hospital y encontrarse ante la certeza de que el final de su vida esta próximo. También recuerdo frases y detalles de mi hermana, que aunque tenía otra historia, porque a ella le afectó a la medula y al cerebro, y otro carácter en donde mezclaba sus fantasías con la realidad, pero en ciertos momentos siempre preguntaba, ¿cuándo nos vamos a casa? Y así hasta el último momento.
Ese lugar, el hospital, y la posibilidad de estar allí o no, me lo he planteado a partir de esas situaciones. Yo nunca he tenido una hospitalización larga y nunca es lo mismo que lo esté pasando otra persona, aunque sea muy cercana a ti, que lo estés pasando tú mismo. Pero cuando tuve que estar ingresada unos días del año pasado para detectarme algo y tratarlo, el hospital me parecía como la salvación, como el lugar de la cura, el lugar donde está la cura; pero me di cuenta de todo, de cómo era ese lugar, de qué significados tenía, de cómo me sentía allí, y pensé que yo quería irme a mi casa. Y cuando el médico me dijo que podía irme sentí como una liberación increíble.
Pepe:
-Realmente lo que pasa es que la gente que está a cargo de los enfermos de SIDA no sabe lo que tiene que hacer, no conoce bien la enfermedad. A nosotros nos pasaba cuando estábamos con Juangui. A veces estábamos mirándolo dormir y nos sentíamos perplejos y confusos, porque no sabíamos que hacer, no conocíamos cuál era su estado, ni qué sería lo mejor para él. Y recuerdo que muchas veces era yo mismo el que pensaba que debía ingresarlo inmediatamente en un hospital, porque para mí el hospital era el sitio donde me dirían qué era lo que pasaba y qué teníamos que hacer; le darían lo que necesitaba. Y esto a pesar de saber que el hospital no funciona como debería, que el médico pasa una vez al día rodeado de rutina y que las enfermeras se limitan ha cumplir con lo prescrito.

M. Jesús:
-Las personas que hemos estado en el entorno de un enfermo de SIDA muchas veces nos hemos sentido desbordadas, la educación que hemos recibido no nos garantiza que podamos enfrentarnos a una situación de este tipo; pero también afloran otras connotaciones implícitas en el tema del SIDA, porque ahora yo veo que cada vez más los médicos tienden a enviar a la gente a casa, sobre todo si tienen un entorno familiar que les pueda ayudar, cuidar y apoyar. Pero la gente eso no lo entiende aún, creen que es una forma de desprenderse del enfermo, cuando a lo mejor solamente tu estancia en el hospital se limita a tomar una medicación después de hacerte todas las pruebas necesarias y elaborar un diagnóstico, entonces, ¿qué hacemos en ese lugar? Hemos perdido la costumbre de morir en casa. Esta costumbre se ha perdido apenas en dos generaciones. Nuestros abuelos sí tuvieron esta suerte.
Pepe:
-Cuando una persona está enferma y en una situación de dependencia de los otros, es muy difícil para los que lo acompañan saber qué tienes que hacer, qué tipo de trato debes de darle… y es, además, una situación compleja para tu pareja.
M. Jesús:
-La situación con mi hermana era parecida. Mientras estuvo bien no tuvo problemas. Cuando los tuvo en su relación de pareja, fue porque ella empezó a ponerse mal física y psicológicamente y esto fue mermando su relación.
Yo creo que el enfermo de SIDA llega a sentirse muy solo, sobre todo cuando te ves mal. Hay tan poca información, tanta discriminación y marginación y a la vez te estás enfrentando a una enfermedad que te marca de una forma tremenda en todos los aspectos de tu vida y sobre todo en el aspecto afectivo de una forma bestial, que a pesar de tener a alguien te llegas a encontrar muy solo. Y si a la vez se conjuga con una difícil relación familiar peor aún.
Siempre hay un reducto de rechazo hacia un enfermo de SIDA, lo hay. Entonces cuando surge un caso la familia puede reaccionar bien y apoyar al enfermo, pero luego como todo lo que envuelve a esa enfermedad es tan marginal, desde lo que es una sala de infecciosos, de lo que representa para una familia estar viendo a su hijo o a su hija en ese lugar, con un guardia jurado en la puerta, junto a personas que vienen de una problemática de drogas con una serie de marginaciones añadidas, es ese ambiente que rodea a la enfermedad y que la hace aún más dolorosa.
Y luego está el sentido diferenciado que se da a un enfermo según haya sido su vía de transmisión. Si ésta ha sido por una transfusión sanguínea pasarán a ser las víctimas más inocentes. Si ha sido por transmisión sexual heterosexual son menos culpables: en todo caso será porque habrás sido promiscuo o porque habrás ido con alguien con quien no deberías haber estado. Si el problema ha sido una transmisión por compartir jeringuillas o por prácticas sexuales homosexuales el problema es tremendo. Entonces sí hay un verdadero rechazo. Pero si además has tenido problemas en el ámbito afectivo, con tu entorno o con tu pareja, cuando llegas al final te puedes encontrar muy sola y de ahí que muchos vayan a morir al hospital como única posibilidad.
Pepe:
-No se habla nunca de la gente que es seropositiva y que se le transmitió el virus en el «vampiro».
M. Jesús:
-La persona que llevaba el negocio se ha encargado de taparlo todo. Pero ha tenido apoyos. Se supone que estos negocios funcionaban con personas que iban a vender su sangre y que pertenecían a ambientes marginales, venían fundamentalmente de la calle o eran personas jóvenes que necesitaban dinero rápido, y también gente que estaba enganchada, y el carácter que tenían estos lugares no ha posibilitado que nada de lo que allí ocurría figurara en el ámbito de lo público con lo cual no hay responsabilidades que exigir. Pero, además, «allí no se ha infectado nadie». Claro no se ha infectado ningún pez gordo, ninguna persona «normal». En definitiva otra forma más de marginación.
Por eso esta historia es tan puñetera. Y surge de forma inmediata la pregunta, ante alguien que es portador, de cómo ha sufrido la transmisión. Es que hasta en el hospital el médico internista en tu ficha pone cómo has sufrido la transmisión. Lo vi ya con mi hermana. Pero además todos los que hemos tenido relación con las drogas, aunque la transmisión no haya sido por jeringuillas sino vía sexual, -que yo creo que un porcentaje muy alto, sobre todo de mujeres, ha sido así-, pues siempre se pone toxicomanía en la ficha. Mi hermana tuvo un problema fortísimo con este tema ya que el médico no se creía que ella no se chutase. Mi hermana no tenía ni idea de que era seropositiva y al final dedujo que había vendido plasma y pensó que esa había sido la forma de transmisión. Pues a pesar de que el médico conocía esta circunstancia en el parte de defunción se podía leer «forma de transmisión desconocida». Y ella había dicho que había sido en el vampiro.
Pero lo esencial es que no tendría que tener la importancia que tiene el hecho de cuál es el motivo por el que tienes el virus, simplemente lo tienes.

Pepe:
-Ya hemos hablado mil veces de porqué se mantienen las mismas miradas de sospecha.
M. Jesús:
-Hace poco me reventó tanto la historia cuando nos llamaron otra vez de televisión pidiéndonos una persona seropositiva, para un programa, que no haya sufrido la transmisión por vía parenteral con drogas y sí, a ser posible, por transmisión sexual y que fuera una mujer. Con lo cual se descartan a los hombres heterosexuales, ya que esa ausencia implica que si eres hombre y eres seropositivo es que eres homosexual. Pero, ¿qué quiere hacer esta gente?, Que salga una persona portadora y explique como vive, como se siente, pues bien; pero que tiene que ver cómo se ha infectado. Ya estamos con lo de siempre. Que más da. Porque siguen mostrando en primer lugar la cuestión de que se halla infectado de esta o de otra manera. Es una forma de potenciar la marginación. Los medios de comunicación son culpables de mucho del dolor de los enfermos.
Las personas que estamos infectadas podemos tener el handicap de haber llevado una vida anterior condicionada por las drogas. Un homosexual habrá tenido una problemática personal por su condición y por el entorno social, pero después esto debe quedar aparte, no tiene ya nada que ver. Ahora es la condición de seropositivo lo que importa.
Pepe:
-Pero ya hemos dicho mil veces que los medios lo que hacen es plantear primero un perfil de tipo y en función de éste elaboran una historia generalmente macabra.
M. Jesús:
-Pero si quieren contar la historia de una persona infectada, qué tiene que ver de que forma haya sido la infección. Cuando te enteras que eres seropositivas, da igual cómo ha sido. Todos lo sufrimos igual. Eres portador del virus y mientras no estas enferma te vas enfrentando a ello poco a poco, pero cuando estas enferma o empiezas a tener alguna cosa vas preocupándote de ello, pero te da exactamente igual como has llegado ahí y tenerlo en cuenta excesivamente es una estigmatización más, y ya tenemos bastantes. Es tremendo. No acabaremos nunca, no superaremos nunca esta historia y no hay más que ver las campañas que se hacen para informar sobre el SIDA. Generalmente se sigue echando la culpa a un tipo de vida y de comportamientos. Quieren tranquilizar a la población diciéndoles que si no se chutan no tienen ningún tipo de peligro. Y además no aparece en ningún momento el condón.
Pepe:
-Es una campaña engañosa ya que la gente piensa que sólo se puede contagiar por chutarse. Pero además el engaño no sólo está en lo que se dice, sino en lo que no se dice.
¿Cuál crees tú que es el motivo para esa especie de «pánico» al condón?
M. Jesús:
-Pues está muy claro: con la Iglesia hemos topado. Cada vez hay más posturas regresivas que incluso incitan a la abstinencia sexual como una forma de prevención en la población más joven. Algo totalmente antinatural.

Este texto ha sido grabado de una conversación mantenida entre P. Miralles y M. Jesús Talavera en Noviembre de 1996. Es una obra de Colectivo Local Neutral.


Resumen de acciones y muestras de los trabajos

1996
-Realización de cuatro carteles para una intervención en las vías públicas de la ciudad de Valencia, dentro de la programación de Movimiento-Inercia. Universidad Politécnica de Valencia. Valencia.
Tu apoyo es muy importante para la lucha contra el SIDA. Intervención en el vídeo de la línea 61 de la Empresa Municipal de Transportes de Valencia. Valencia.
Ese Lugar. Texto leído en Radio Klara en el progama Especial 1 de Diciembre «Como tú«. Valencia.

1997
-Sus carteles participan en el ciclo de exposiciones organizado por el Consejo de la Juventud de España titulado Como quieras. Imágenes para la prevención de la transmisión del VIH/SIDA. Varias ciudades españolas.
1999
-Sus carteles participan la exposición La prevenció de la SIDA en imatges, Centro cultural de Mislata (Valencia).

2016
Testimonis de la ciutat. Activismes polítics i culturals a la Comunitat Valenciana. Un recorregut a través de més de 45 anys d’història, de lluita i reivindicacions de diferents grups i col·lectius ciutadans a la Comunitat Valenciana. Octubre-noviembre.

Repercusiones en prensa

1996
-CALDERON DE LA BANCA: » Enésima escena de la lucha de sexos (¿La guerra de los condones?)». En cartelera Turia. Nº 1.706. 4/20 Octubre. Valencia.
-GARCIA-MENACHO OSSET, R.: «Movimiento-Inercia y sus impresentables carteles». En Las Provincias, 11 de octubre. Valencia.
-MIRALLES, J.: «La cara gráfica del SIDA». Actualitat, nº 16, diciembre, Barcelona.
-PASCUAL, J. C.: “La Radio en positivo”. Diario 16, 28 de enero 1996.
-Emisión en Informativos de Canal 9. Octubre-Noviembre de 1996.